Se han vendido 25 millones de barbacoas Weber desde que George Stephen diera con su original forma en 1952. Inspirado por una de las boyas náuticas que fabricaba en su empresa, diseñó esta parrilla con tapa que permite controlar la temperatura y tiempos de cocción.
Cuando uno tiene el pálpito de que ha reinventado la rueda, llena el coche, arranca y recorre el país mostrando las maravillas de su invención. Así lo hizo George Stephen con unas cuantas de sus barbacoas, seguro de que iba a revolucionar las comidas de domingo de la familia media americana. Y así fue, para felicidad de los serial grillers a un lado y al otro del charco, que por algo lleva vendidas desde 1952 alrededor de 25 millones de unidades, todas fabricadas en Palatine (Chicago, Estados Unidos).
Diseño original de 1952, inspirado en las boyas que su inventor, George Stephen, fabricaba para la señalización náutica en Estados Unidos.
Padre de familia más que numerosa, 12 hijos, y amante de las reuniones en el jardín, Stephen era un maestro en el arte de la parrilla, que tiene sus mandamientos; pero le rondaba la cabeza cómo controlar mejor el fuego y cómo evitar que una racha de viento o unas gotas de lluvia arruinaran el plan. Construyó una de ladrillo en el jardín, sin embargo no era lo que buscaba. Empezaba a antojarse fundamental una tapa... Como trabajaba fabricando boyas de señalización marina en la empresa Weber Brothers Metal Works, replicó su diseño partido a la mitad para contener las brasas e ideó un soporte de tres patas. Ahora tocaría un eureka, pero lo cierto es que no...
Probó el artefacto y no conseguía mantener viva la llama, hasta que un amable vecino le sugirió que hiciera unos agujeros para que circulara el aire. Ahora sí, la Weber había llegado a su fórmula idónea, y buena prueba de ello eran los tiernos bocados con los que el emprendedor convenció a todos aquellos que miraban burlones aquella suerte de nave espacial que bautizó como George's Barbecue Kettle y que se anunciaba con un precio de 29,95 dólares.
Entonces hizo lo ya contado: recorrer el país explicando las bondades de cocinar salchichas, pollo, filetones y hamburguesas sin miedo a que una ráfaga de aire las llenara de ceniza. Esa y la cocción indirecta son las principales ventajas. Como aseguran desde la filial española, el modelo de más éxito de Weber en nuestro país es el Master-Touch GBS, que permite cocinar de forma destapada aquellas viandas que necesitan poco tiempo; cerrada se convierte en un horno que, con los accesorios indicados (piedra para pizza, wok, plancha...) permite cocinar al aire libre lo mismo que haría dentro de casa, incluido un bizcocho. Y sándwiches, por descontado.
En los años 70, el dueño de la Weber, aún empresa pequeña, le propuso al director del banco de su ciudad una acción de marketing singular: regalaría un sándwich recién hecho a todo el que abriera una cuenta. A primera hora encendió ocho de sus barbacoas con la esperanza de no tener que volver a casa con los ocho kilos de carne y 227 kilos de carbón que había calculado. Tal fue el éxito que tuvo que multiplicar sus provisiones y al final del día había 650 nuevos clientes en la sucursal.
La esencia de su diseño primigenio permanece, ahora con la cuba y la tapa fabricadas en acero esmaltado (baño que se realiza a una temperatura entre 600 y 700 grados, lo que garantiza que no saltará por mucha candela que haya en el interior) con garantía de 10 años. La familia se ha ampliado con barbacoas eléctricas, de gas..., y hermanas menores (la sencilla versión Compact) y mayores, como la Summit con hechuras de carrito, función de ahumador, depósito para el carbón... Su cuñado disfrutaría, que seguro es experto en dejar el chuletón en su punto.
댓글